¿Pero de qué sirve saber el quimiotipo?
Los componentes aromáticos de una planta pueden variar según el entorno (biotopo) en el cual la planta ha crecido (nivel de insolación, momento de la cosecha, tipo de suelo, altitud, clima, régimen de lluvias y vientos, etc.) y esto puede cambiar las propiedades de un aceite esencial. Una misma planta cultivada en condiciones diferentes puede llegar a producir una esencia que tendrá una composición molecular diferente y por lo tanto propiedades químicas y biológicas diferentes. Evidentemente, eso incidirá también en el uso terapéutico, que también será distinto.
Un buen ejemplo para ilustrar la importancia del quimiotipo puede ser el tomillo.
El Thymus Vulgaris sintetiza los mismos componentes en diferentes lugares del sur de Europa, pero en proporciones muy variables.
Obviamente, las propiedades también cambian: el Thymus Vulgaris QT Thujanol será antiinffeccioso y estimulante, de tolerancia cutánea óptima, mientras que el Thymus Vulgaris QT Thymol será un potente antibacteriano, cáustico para la piel.
Los aficionados reconocerán aquí similitudes con el mundo del vino y con la noción de “Terroir” o “Terruno”, palabra difícilmente traducible pero que designa las diferentes características de un lugar de producción como la composición de los suelos, el clima, la exposición al sol, la topografía, etc…
Un pie de vid de la misma variedad dará resultados muy diferentes según dónde esté plantado. De igual manera, el aceite esencial de una misma planta podrá tener unas variaciones enormes de sus componentes químicos, hasta el punto ¡que sus propiedades e indicaciones podrían ser distintas!
En resumen, es importante conocer el Quimiotipo porque permite tener una acción terapéutica más efectiva y más enfocada. Nos proporciona también informaciones claves en cuanto a la seguridad de su uso y a la toxicidad potencial de un aceite esencial.